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Los desahucios siguen aumentando y no se logra una regulación de los alquileres

 

Adrián Claudio Bonache

Antes de haber logrado superar las consecuencias de la crisis del año 2008, la economía española se volvió a ver azotada por el impacto de la pandemia de Coronavirus, así como por la subida de precios de ciertos recursos, como el gas, originada por los intereses geopolíticos internacionales en la guerra de Ucrania. Estos factores, unidos a la subida del precio de la electricidad y los alimentos, están dejando huella en el poder adquisitivo de millones de familias, lo que perjudica al mantenimiento de derechos como, por ejemplo, el de la vivienda. Además, se espera que con la posible entrada en recesión de la Unión Europea en los próximos años, la problemática de la ejecución de desahucios se agudice aún más.

Del mismo modo, la insuficiente inversión en vivienda pública y la voracidad de la especulación en el mercado del alquiler no ayudan a conseguir un acercamiento hacia la erradicación de los desahucios. Más bien al contrario, ya que son dos de los principales motivos por los que se aviva la exclusión residencial entre los grupos más vulnerables. Así pues, atentan contra el artículo 47 de la Constitución Española, que dicta lo siguiente: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

Por otro lado, es necesario destacar la escasez de oportunidades laborales. En este aspecto, según datos aportados por Eurostat, España continúa liderando el primer puesto en el ranking de desempleo juvenil de la Unión Europea. Es decir, se reducen tanto las posibilidades laborales como el poder adquisitivo, al mismo tiempo que aumenta el precio de los alquileres, por lo que, cuanto más pobre sea una persona, mayor cantidad de dinero deberá destinar al pago de la vivienda.

Situación de los desahucios en la provincia de Jaén

Desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH Jaén) denuncian que “los desahucios siguen aumentando porque la situación tanto social como económica no ha cambiado”, además de que “se producen desahucios sin alternativa habitacional, ya que la ley no la contempla”, afirma la portavoz de PAH Jaén, Isabel Mateos. Por este motivo, una de las principales propuestas de la plataforma se encuentra en implantar una ley de vivienda que, ante un desahucio, “contemple alternativas habitacionales para las familias vulnerables”, es decir, para todas aquellas que no tengan los suficientes recursos económicos.

En cuanto al coste de los alquileres, la portavoz, se inclina a favor de la regulación por parte de las instituciones, pues “si el Gobierno no regula los alquileres y no establece un tope, éstos seguirán aumentando a la vez que los ingresos de las familias vulnerables son menores o iguales”, señala. Esta liberalización del mercado desemboca, en muchas ocasiones, en la imposibilidad de hacer frente al pago de alquileres, lo que se ha convertido en el principal motivo de desahucio en la actualidad.

La escasa inversión en vivienda pública supone otra problemática, disminuyendo así las garantías de los ciudadanos de poder gozar de una vivienda digna. “En la ciudad de Jaén no hay parque municipal de vivienda accesible ni de vivienda barata”, denuncia Isabel Mateos, quien también afirma que “para las familias que tienen unos ingresos mínimos, muchas de ellas con prestaciones de 400 euros, el alquiler no debería ser más alto de 150 o 200 euros”.

En esta línea, la portavoz señala que “la situación solo se puede agravar” precisamente con los efectos de la inflación. “Hasta que la situación socioeconómica no cambie, tampoco podrá cambiar la situación de los desahucios”, insiste. La ausencia de unos ingresos fijos también afecta al pago de la luz, agua o alimentos; sin embargo, las posibles consecuencias mentales que se pueden originar en esta situación de vulnerabilidad, que pueden ser trágicas, aún siguen en un segundo plano. Por este motivo, Isabel Mateos trata de otorgarle la importancia que merece y sostiene que “las consecuencias pueden ser tan graves como una enfermedad”.

Por otra parte, Isabel Mateos considera que los desahucios “se dan por igual” tanto en los pueblos como en las ciudades de la provincia, aunque sostiene que “la cercanía y habitabilidad de un pueblo permite que la gente se acompañe de forma más fraternal, mientras que en las ciudades la gente se ve sola hasta que contacta con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que intenta acompañar a las familias”. De hecho, señala que desde la PAH Jaén también se ha logrado paralizar desahucios en algunos pueblos como Los Villares o Villargordo. Pero, ante todo, la portavoz prioriza una idea clave, y es que las familias vulnerables en situación de desahucio, ya sea en las ciudades o en los pueblos, “sean acompañadas por gente de la plataforma, grupos vecinales o grupos de la iglesia”.

Finalmente, desde la PAH Jaén abogan por las dos medidas más urgentes para frenar los desalojos. La primera se trata de “una ley de vivienda que prohíba la ejecución de desahucios sin una alternativa habitacional en parques públicos para las familias vulnerables” y, a continuación, “una regulación de los alquileres que acabe con los precios prohibitivos”. Asimismo, Isabel Mateos denuncia que, hoy en día, existe una política pública de vivienda “nefasta y cruel que mata”. Del mismo modo, lamenta que la vivienda se siga considerando un bien de mercado y no un derecho.

Testimonio de un afectado por los desahucios

La gravedad de un desahucio puede llegar a ser muy intensa para los afectados, tanto a nivel personal como a nivel familiar. “La verdad es que nos ha echado todo abajo, porque ha sido un palo grande para mí y mi familia. Ha sido un año y pico sin saber dónde ir ni qué hacer”, dice Luis, quien sufrió un desahucio el 25 de julio tras algunos aplazamientos que habían conseguido junto a plataformas como la PAH.

Luis y Diana, su mujer, han vivido esta situación junto a sus tres hijos. “Tenemos tres hijos menores. Una de ellas tiene 16 años y le ha afectado más al ser un poco más mayor. Se la ha caído el pelo debido al impacto del desahucio y también otras consecuencias, por lo que está yendo a terapia en salud mental del hospital”, dice el padre.

Por otro lado, recuerda el apoyo que le han ofrecido quienes le acompañaron en ese camino. “Yo conocía a la PAH y me puse en contacto con ellos. Desde el primer momento nos sentimos arropados por ellos, y también por Cáritas Interparroquial, Cáritas de la parroquia San Juan Bosco y un largo etcétera”. Igualmente, manifiesta que está “muy agradecido con el abogado de oficio que nos asignaron porque, dentro de las posibilidades que había, hizo todo lo que estaba en su mano”.

Respecto a las medidas más urgentes para frenar la oleada de desahucios, Luis sigue la misma línea que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y exige “un parque de viviendas accesibles para gente vulnerable y casos como el mío”. Insiste en la idea de un alquiler social y la alternativa habitacional, ya que “me veía en la calle con mis tres hijos de 16, 5 y 2 años, pero sin ninguna alternativa”, denuncia.

Efectos psicológicos de los desahucios

La salud mental está consiguiendo alejarse, cada vez más, de los estereotipos sociales que siempre la han rodeado. Sin embargo, continúa sin lograr el reconocimiento que merece en todos los sentidos. En este tema en cuestión, los efectos psicológicos pasan a un segundo plano, mientras se priorizan otro tipo de necesidades como la alimentación, la electricidad o el agua. Por ello, hablamos con Mónica Alba Pérez, graduada en Psicología, para entender hasta qué punto puede ser perjudicial para la salud mental la vivencia de situaciones como el desahucio.

“Uno de los efectos mentales derivados de una situación de desahucio es el desarrollo de un cuadro de estrés postraumático, en el que la persona revive constantemente el evento estresante (en este caso el desahucio), presenta cuadros de ansiedad, miedo, impotencia, problemas en el sueño, percepción de separación de sus relaciones íntimas”, señala Mónica Alba. Además, en muchas ocasiones, se pueden encontrar dificultades para obtener apoyo social, lo que facilita la aparición de “un colapso emocional muy grave y una visión muy negativa e injusta del mundo, pudiendo conducir al suicidio”, añade.

Por otra parte, ante los graves impactos psicológicos, también cabe la posibilidad de que aparezcan enfermedades físicas, ya que “al ser un proceso, el inicio de éste puede derivar en un estrés crónico mantenido (lo que deprime el sistema inmune y puede provocar enfermedades físicas)”, así como “presentar trastornos del pensamiento o de la conducta”, insiste la psicóloga.

En cuanto a los sentimientos que surgen en las personas que reciben el aviso de desahucio predomina el “temor, asco, pánico y desprecio”; mientras que, ante una citación judicial, se produce “asombro, rabia y lloro”. Cuando la ejecución es llevada a cabo, la persona desalojada “entra en cólera”.

Finalmente, es importante destacar el efecto que puede ocasionar especialmente en los más pequeños. “Su situación es más grave, ya que durante el proceso de desahucio no existe protección para estos menores. Por tanto, sus situaciones les pueden provocar graves trastornos mentales debido a que se trata de un hecho traumático vivido por un individuo en pleno desarrollo”, apunta Mónica Alba.


Artículo publicado en Hora Jaén.

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