Adrián
Claudio Bonache
La inflación de los precios, las crisis y el aumento del
coste de vida en España han afectado a diversos sectores comerciales, además de
obligar a los ciudadanos a priorizar unos productos de consumo sobre otros. El
mercado automovilístico no es ajeno a estos efectos económicos, sino que
también se encuentra afectado, ya que, al fin y al cabo, forma parte de la
cadena económica y de las necesidades de la población.
Según los últimos datos aportados en Acelerando el
cambio, un estudio anual del mercado automovilístico realizado en 2021
por Coches.com, impera la incertidumbre en el sector. También
anticiparon la caída de las ventas durante este año 2022, dinámica que no
comenzará a manifestar tímidos cambios hasta el próximo 2023.
Basándonos en este estudio, la cantidad de dinero que se
dejó de ganar a través de la venta de coches particulares entre 2019 y 2021 fue
de 12.000 millones de euros. Así, este estudio asegura que dicha reducción de
ventas se ha observado tanto en los vehículos nuevos como en los de segunda
mano.
Por otro lado, a los factores ya comentados como la
inflación de precios o el coste de vida en el país, es necesario añadirle la crisis
de los componentes, pues, con la llegada de la crisis sanitaria, muchas
empresas de diseño y productoras de automóviles no tenían los materiales
suficientes. Esto ha desembocado en “un notable incremento en el tiempo de
espera para recibir un vehículo nuevo”, según remarca el estudio. Además,
el mercado automovilístico está atravesando un cambio de tendencia, pues
algunos tipos de coches, como el eléctrico, están consiguiendo impulso
progresivamente.
Ya sea por uno u otro motivo, la compra de un vehículo
propio no ha sido la prioridad durante estos últimos años, ya que los
ciudadanos han tenido que afrontar diferentes escenarios económicos que han
reducido las posibilidades de acceder a la compra de un vehículo, por no
mencionar los meses confinados en casa en los que el uso del transporte privado
cayó estrepitosamente debido a las medidas de seguridad.
Accesibilidad de los jóvenes a un vehículo propio
En particular, los jóvenes, a pesar de necesitar un vehículo
para desplazarse, continúan encontrando demasiados obstáculos para acceder a un
coche propio. El nivel adquisitivo y las condiciones laborales son dos de los
factores más importantes para entender las escasas posibilidades de las nuevas
generaciones respecto a la obtención de un vehículo propio.
“Creo que la posibilidad de tener un coche es casi nula. Los precios son disparatados y, entre la falta de trabajo y los bajos sueldos de los pocos trabajos (precarios) que nos salen, es imposible”, argumenta María Jesús, una joven de 25 años, quien añade además que “muchos contratos son temporales y con ellos no te puedes comprometer a pagar la letra mensual”.
Igualmente, señala la necesidad de un vehículo propio, especialmente “en las zonas rurales o con escasos servicios de transporte, donde los habitantes, a falta de infraestructuras ferroviarias, se ven limitados por unos insuficientes horarios de autobuses”. En este caso, no tener acceso a un vehículo propio repercute directamente tanto en la búsqueda de trabajo como en el desplazamiento por motivos de formación y estudios.
Por otra parte, María Jesús sostiene que “a los jóvenes no
deberían olvidarnos para que nos la apañemos como podamos”, sino que “debería
haber ayudas que nos faciliten tener un coche propio si lo necesitamos”,
apunta. Asimismo, denuncia que se trata de un problema que también tiene sus
raíces en la cuestión de clases sociales, ya que “solo podrán desplazarse en
coche particular los jóvenes que vengan de un seno adinerado”, pues muchos
jóvenes no tienen ayuda familiar si se trata de un hogar con bajos recursos
económicos.
En la misma línea continúa Isabel María, de 22 años, quien
señala que “no es solo la compra del coche, sino que también hay que pagar un
seguro, el cual es bastante costoso debido al hecho de ser joven, además de la
gasolina, el sello, la ITV y un largo etcétera, por lo que normalmente, para
los jóvenes, sean estudiantes o trabajadores, es muy difícil permitírselo”.
Asimismo, también destaca esa brecha entre las zonas rurales y las zonas
urbanas, sosteniendo que “no tener coche perjudica a la hora de depender de
algún medio de transporte que, en muchas ocasiones, no proporciona servicio a
todos los pueblos. Es bastante lento y costoso”.
Asimismo, Mayo Prieto, de 26 años, alega que “como joven,
recién salido de la universidad y sin recursos propios, encuentro muy difícil
comprarme y mantener un coche”, ya que “no solo se trata de la inversión
inicial en el coche, que puede verse rebajada comprando de segunda mano, sino
que las reparaciones, el seguro y el precio de la gasolina hacen que tener
coche sea un lujo”. Del mismo modo, señala que no tener acceso a un coche
propio también puede suponer un aspecto negativo, pues “a nivel laboral puede
suponer la diferencia entre conseguir un trabajo o no”, apunta.
Finalmente, Mayo Prieto considera necesario algún tipo de
ayuda institucional. “Quizás el camino no sea con bonos temporales como hemos
visto este año, sino facilitando a nivel estatal la compra progresiva de
vehículos sostenibles para las nuevas generaciones”, así como “garantizando una
red de transportes pública eficiente y justa tanto para trabajadores como para
pasajeros”, concluye.
Artículo publicado en Hora
Jaén.
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