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Entrevista a Mamen Conde sobre su novela El mal menor: “La extrema derecha está entrando en las instituciones políticas democráticas y oficiales”

 

CULTURA (Adrián Claudio Bonache). - La escritora jiennense, Mamen Conde, habla sobre su primera novela titulada El mal menor. En ella, la autora analiza las consecuencias de la pasividad social ante cuestiones como el racismo, el machismo o la pérdida de la privacidad. Del mismo modo, explora cómo sería una versión distópica de España y Europa si el auge del fascismo llegara a sus últimas consecuencias.

Hasta el momento ya se ha agotado la primera tirada de su primera novela. Las próximas presentaciones en la provincia tendrán lugar el 28 de diciembre a las 19 horas en la sala Julio Corzo del hospital de Santiago de Úbeda y el 11 de enero de 2023, a las 18 horas, en Jaén capital a través de un directo radiofónico en el programa Somos de Colores. Ambos días habrá una firma y venta de ejemplares.

¿Qué te incitó a escribir sobre la pasividad social ante las injusticias?

Son temas que siempre me han preocupado. De hecho, estudié trabajo social, profesión que ejercí durante años, y además he participado en movimientos sociales como el 15M. Y siempre he sentido que las mayores injusticias se cometen a la vista de todo el mundo sin que nadie intente hacer nada por evitarlo, y que esa es la verdadera distopía. Como dijo Edmund Burke, "para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada".

En la obra destacas una versión distópica de España y Europa si el auge del fascismo llegara a sus últimas consecuencias. ¿Hubo algún momento o hecho clave que te hizo analizar ese escenario?

El auge de la extrema derecha en toda Europa en los últimos años es un hecho innegable, especialmente si tenemos en cuenta que está entrando en las instituciones políticas democráticas y oficiales, en nuestro país y otros. De hecho, yo empecé a escribir la novela en 2018 y muchas cosas que han pasado desde entonces iban pareciéndose cada vez más a lo que estaba escribiendo, y ha ido cada vez a peor. Noticias actuales me dan la razón: Marine Le Pen en Francia, Meloni en Italia o el auge de Vox en nuestro país son muestra de ello.

¿Ha tenido lugar algún acontecimiento en la política nacional o europea que al comienzo de la novela considerabas como una "última consecuencia" del fascismo?

Sin duda: la gestión de la crisis migratoria del Mediterráneo o de los refugiados sirios, las zonas libres de personas LGTB en Polonia, la normalización mediática de discursos misóginos y las “granjas” de madres de alquiler, por ejemplo.

En la obra sugieres una pregunta que hace mención a la posibilidad de no llegar a evitar las últimas consecuencias del fascismo. ¿Dónde crees que se establece el momento en el cual se puede decir que no hay tiempo para evitar el desastre?

Esa pregunta me da miedo. Me aterra pensar que ya hayamos pasado esa línea y no lo sepamos, o que cuando la crucemos no seamos conscientes. Saber que miles de personas mueren cada día en guerras y no hacer nada, saber que nuestros propios teléfonos nos controlan y las empresas usan datos privados para lucrarse y no hacer nada, que se permitan discursos de odio en medios de comunicación públicos y en el propio Congreso… No creo que se trate de un solo momento o situación concreta, sino de un cúmulo de situaciones que se van permitiendo. De hecho, el título de la novela hace referencia a ese elegir o permitir el mal menor, por una frase de Hannah Arendt: Quienes escogen el mal menor olvidan con gran rapidez que están escogiendo el mal. Por eso, como decía Benedetti, es necesario defender la alegría como una trinchera y no conformarnos con el mal menor: hay que luchar siempre por el bien mayor.

En la novela aparecen personajes racializados, LGTB o con diversidad funcional. ¿Te resultó complicado definir a unos personajes pertenecientes a colectivos minoritarios? ¿Cómo los enfocaste?

No me ha resultado complicado, aunque obviamente he intentado tratar el tema con la delicadeza y cuidado que se merece. Tanto en mi vida laboral como personal he estado siempre con personas pertenecientes a los llamados “colectivos minoritarios”, así que me sale natural incluirlos, ya que es un simple reflejo de la vida real. No todas las personas del mundo son blancas, heterosexuales, con cuerpos normativos y sin diversidad funcional, por tanto, lo lógico es que en las historias tampoco sea así. De hecho, yo misma pertenezco al colectivo LGTBIQA+ (soy socia fundadora de la asociación LGTBIAQA+ de Jaén, Geente) y por ejemplo nunca he escrito una novela en la que todos los personajes sean heterosexuales, no lo concibo.

¿Qué impacto buscas en el lector con la aparición de esos personajes? ¿Te resulta necesario para la cultura literaria otorgar un mayor protagonismo a personajes pertenecientes a colectivos minoritarios?

No busco nada, porque, como digo, no es algo que haya hecho de manera forzada o premeditada, pero sí veo importante la representación. Al leer se nos abre una ventana a otros mundos y realidades que de otro modo tal vez no podríamos conocer. Así que si permite que por un lado las personas que no son de estos colectivos sean más conscientes de su realidad y, por otro, que las personas que sí lo son se vean representadas y tengan referentes en el mundo de la ficción, me parecerá que ya se ha conseguido algo. La representación es necesaria porque cuando vemos series o leemos libros queremos personajes con los que identificarnos, así que estos tienen que ser variados y reflejar la realidad de personas distintas, porque en un mundo de más de 8.000 millones de personas no podemos fingir que todos estamos hechos con el mismo molde.

¿Cuál es tu rutina a la hora de escribir? ¿Estableces un trabajo determinado por día?

La rutina depende un poco de la fase en la que me encuentre. Cuando escribo el primer borrador sí que me pongo por ejemplo un mínimo de palabras que tengo que escribir cada día. En las fases posteriores (revisión, reescritura, corrección…) me pongo objetivos por tiempo. Por ejemplo, todos los días a las 8 de la tarde sentarme y escribir. Suelo acompañarme de una infusión, una vela y música de fondo, le doy mucho valor a esos detalles y al ambiente. Y si escribo a mano, lo hago con estilográfica. Pequeñas manías.

El mal menor es tu primera novela. ¿Cómo has compaginado su elaboración con tu vida cotidiana?

No siempre ha sido sencillo. Desde que empecé a escribirla cambié de trabajo, he aprobado unas oposiciones (soy profesora), me he mudado muchas veces… La clave ha estado en tener claro que esto era algo que quería hacer, que necesitaba hacer para sentirme realizada, y por tanto buscar tiempo cuando era necesario, incluso si a veces implicaba renunciar a otras cosas como tomar una caña con amigas o tumbarme un rato en el sofá. Se trata de organizar el tiempo estableciendo prioridades, y en mi caso, durante mucho tiempo, he intentado que la escritura fuera una prioridad.

Una vez finalizada la obra, ¿consideras que has logrado los objetivos que te propusiste en el inicio?

Creo que sí. Es la primera novela que escribí (después he escrito dos más, todavía sin terminar de editar) y creo que mi principal objetivo era ver si era capaz de escribir una novela. Cuando empecé ni siquiera esperaba verla publicada, y ahora está publicada y he agotado la primera tirada en menos de un mes. Por tanto, he llegado más lejos de lo que esperaba. Además, sé que está haciendo reflexionar y debatir temas que considero importantes a la gente que la está leyendo, que también era uno de mis objetivos, así que he conseguido lo que me propuse.


Artículo publicado en Hora Jaén. 


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