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Desde la evasión de la realidad hasta la ubicuidad de las drogas: inicios, concienciación y contexto de la heroína en España durante los años 80

 

Joven consumiendo heroína | Fuente: Naciones Unidas

Adrián Claudio Bonache (@otroadri)

El consumo de drogas es una práctica normalizada especialmente entre las generaciones más jóvenes, suponiendo un problema social que hasta el día de hoy no se ha conseguido erradicar. De hecho, en muchos países el consumo de estupefacientes ha aumentado con la pandemia de coronavirus, ya que esta crisis sanitaria también ha azotado a la salud mental de la población y, en consecuencia, ha desembocado en la búsqueda de diferentes modos para evadirse de la realidad.

Para conocer los tipos de droga más consumidas entre los jóvenes, el Gobierno de España llevó a cabo en 2021 la encuesta ESTUDES, contestada por estudiantes de 14-18 años de todas las partes de España. Los resultados indicaron que la droga más consumida por los adolescentes es el alcohol (con un 70,5% de consumidores), seguida del tabaco (con un 30,7%). Así, estos datos muestran la temprana edad en la que aparece una cercanía con el entorno de las drogas. Por otro lado, una encuesta realizada a 71 personas entre 20-25 años sobre la conciencia del consumo de drogas (sin base científica, sino meramente una pequeña muestra representativa) manifiesta que el 37,2% de los encuestados no tiene claro si el alcohol es un tipo de droga, pero es consumido por todas las personas que conforman este porcentaje. Además, cabe destacar que de las 71 personas encuestadas, solamente 2 afirmaron no consumir ningún tipo de drogas.

No obstante, la prevalencia del consumo diario de sustancias psicoactivas ha modificado durante las últimas décadas, según un informe publicado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. En él se comparan resultados desde el año 1997 hasta el 2019, por lo que se aprecia ligeras variaciones a lo largo de los años. Por ejemplo, la prevalencia diaria de consumo de tabaco en 1997 era del 34,9% frente al 32,3% en 2019, siendo entre 2007-2015 los años en los que existía una menor prevalencia de su consumo.

En cuanto al alcohol, la prevalencia de su consumo en 1997 era del 12,7% frente al 8,8% de 2019, por lo que también se ha conseguido una disminución. Todo lo contrario al consumo del cannabis, que ha pasado de tener una prevalencia de consumo del 0,7% en 1997 al 2,9% en 2019 (que ha seguido aumentando hasta el 2022 por factores como la pandemia), estableciéndose como la droga ilegal más consumida por los jóvenes. Es más, el cannabis fue la droga ilegal más consumida en toda Europa durante el año 2020, con una aproximación de 22,2 millones de consumidores, según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, entidad que también establece a Países Bajos, Bélgica y Suiza como los países europeos donde más se consume cannabis.


Pero este problema social ha cruzado todas las fronteras. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes advirtió que durante la pandemia aumentó hasta un 28,5% las muertes por sobredosis en Estados Unidos, ya que estiman que diariamente mueren 227 personas por este motivo en el país. Además, la heroína ha tomado impulso entre los estadounidenses, pues uno de los estudios expresa que de los más de 100.000 fallecimientos por sobredosis, 75.600 fueron provocados por el consumo de opioides. Del mismo modo, esta entidad de investigación afirma que el país vecino, Canadá, también ha registrado un mayor consumo de drogas desde el comienzo de la pandemia, destacando los opioides. En esta línea, señala que uno de los motivos de este incremento se debe a la oferta de sustancias cada vez más tóxicas y de la adaptación a las limitaciones y restricciones pandémicas por parte de las organizaciones criminales de narcotráfico y bandas violentas que centran su negocio en la comercialización ilegal y a gran escala de todo tipo de drogas.

Retomando la encuesta respondida por 71 personas, son destacables algunas respuestas sobre la concienciación de los posibles efectos que pueden surgir del consumo de drogas. Gran parte de los encuestados coinciden en un pensamiento común: el insuficiente esfuerzo por parte de las instituciones para crear conciencia del impacto que podrían tener los estupefacientes tanto a corto como a largo plazo y las secuelas que, en algunos casos, permanecen durante toda la vida. Pero, ¿dónde se establece el mínimo esfuerzo para crear conciencia? ¿Es posible lograr grandes objetivos de prevención en una sociedad de consumo? Son cuestiones que debemos tener presentes para reflexionar sobre las capacidades que existen para revertir este problema social, tomando distancia con la utopía y conseguir un ajuste con la realidad.

Impacto de la heroína en España en la década de los 80

Durante los años 80 y parte de los 90 se extendió por toda España el consumo de heroína, especialmente en Euskadi. El elevado consumo de esta droga consumida principalmente a través de inyección por vía sanguínea resultó ser un problema social a gran escala, tanto que se encontraba entre los tres principales problemas del país, junto a la elevada tasa de paro y el terrorismo (tanto por parte de la banda terrorista ETA como por parte del Estado terrorista español). Por otro lado, aunque en los años 90 también había un preocupante consumo de heroína, fue la cocaína la droga que comenzó a tener un impulso que España sigue arrastrando en la actualidad, ya que sigue situándose en el ranking de los 5 países europeos con mayor consumo de este tipo de droga.

Sin embargo, el consumo de heroína no se extendió simplemente por Euskadi, sino por todo el país. ¿Qué motivos había para el crecimiento de este fenómeno entre los ciudadanos? Es difícil señalar solamente un factor, ya que hubo demasiados motivos que impulsaron la drogadicción.

En primer lugar cabe destacar el contexto histórico en la que se enmarcaba: la etapa posfranquista. Cuando murió Francisco Franco, con una España dividida y rota, sumergida en la miseria, muchas personas aceptaron la idea del consumo de drogas (entre ellas la heroína) como un acto de libertad.

Además, como comentábamos anteriormente, en Euskadi el impacto de la heroína contó con una repercusión que no existía en otras partes del país. Hay dos factores que lo explican: el primero se trata de un factor cultural, ya que algunos grupos de heavy y rock (géneros musicales que tuvieron un gran impacto sobre todo en el norte de España) de aquella década incitaban en sus letras musicales al consumo de heroína y cocaína. El segundo factor, que tiene un origen político (y que ha levantado polémica incluso entre los expertos), se trata del papel de las fuerzas de seguridad, quienes introducirían heroína en Euskadi, Catalunya y los barrios marginales. El objetivo se reducía en ‘apagar’ la conciencia política de la clase trabajadora para evitar revueltas o en hacer de la adicción una herramienta política contra el crecimiento de ETA, en el caso de Euskadi. 

Manifestación en Donostia (1988) | Fuente: A los pies del caballo, de Justo Arriola Etxaniz

Por todos estos factores se entiende también que la mayoría de los fallecimientos estuviesen relacionados con los jóvenes de la clase trabajadora y, en consecuencia, es algo que debería hacer reflexionar a la sociedad sobre los problemas que afronta. ¿Qué pesa más socialmente, la problemática del consumo de drogas o los motivos (mayoritariamente creados por el sistema capitalista y la élite política) que empujan a este consumo?




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