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Comunicación e incomunicación en la película Diecisiete




En la película Diecisiete se aprecia la incomunicación que puede establecerse incluso con personas tan cercanas como puede ser un hermano. Héctor es uno de los protagonistas, el hermano pequeño, y su adolescencia está siendo complicada, ya que ha tenido que ingresar en un centro de menores debido a numerosos actos delictivos como el hurto. El joven de 17 años tiene un enorme resentimiento contra su hermano mayor porque fue el que le denunció y el que le hizo ingresar en el centro de menores, donde no quiere relacionarse con el resto de adolescentes porque es una persona muy poco sociable y siempre quiere estar solo. Incluso a la hora de comer se sienta en una mesa aparte.

Conoce a Oveja, un perro con el que pasa varios días y con el único que se relaciona, pero llega el día en el que una familia le adopta y no vuelve a pasar más tiempo con él. Le había cogido cariño a Oveja porque creía parecerse mucho a él, debido a que al animal tampoco le gustaba mucho jugar con el resto de perros. Intentó escaparse del centro en varias ocasiones pero siempre se dejaba coger para que le llevasen de vuelta o se arrepentía y volvía solo, pero el hecho de que le quitasen el perro le hace decidir escaparse definitivamente para buscarlo.

Una vez que se fuga del centro va a visitar a su abuela, a la que le quedaba poco tiempo de vida y jura que no morirá sola. La anciana apenas puede hablar, pero Héctor siempre conseguía comunicarse perfectamente con ella, todo lo contrario que con su hermano, con el que le cuesta entablar una conversación.
A pesar de la relación que tienen los hermanos, deciden comenzar una aventura acompañados de su abuela para buscar a Oveja y cambiárselo a los dueños por otro perro que había cogido Héctor sin permiso de la perrera.

En el desarrollo de esta aventura se demuestra que, por mucho rencor que exista entre Ismael (el hermano mayor) y Héctor, siempre se han preocupado el uno por el otro. El menor, finalmente, llega a entender que la intención que su hermano había tenido al denunciarle no era otra que buscar un buen futuro para él, ya que en poco tiempo cumpliría la mayoría de edad y todos sus actos delictivos se juzgarían como adulto y podría acabar en la cárcel. En este sentido existe una comunicación antropológica entre los dos jóvenes porque por mucho que le doliese enviar a su hermano a un centro de menores lo hizo con la intención de que le ayudasen a tener un buen comportamiento en el futuro.
Es en este momento cuando comienza a surgir una comunicación entre los hermanos y se alejan poco a poco de ese rencor que tenían antes de emprender la aventura.

Tienen tres direcciones diferentes para buscar a Oveja, al que Héctor ve en la primera casa a la que acuden, pero engaña a su hermano diciendo que ese no es el perro que buscan. El motivo del engaño es que el menor no quiere acabar el viaje que había comenzado con Ismael y su abuela, y en el momento en el que niega que ese perro es Oveja, el adolescente demuestra haber aprendido lo que tanto le pedía su hermano para poder comenzar a comunicarse con los demás: aprender a perder. Acababa de perder al perro con el que había pasado los días anteriores y con el único que se sentía bien en el centro de menores.

Socialmente parece que Héctor desempeña el papel infantil, pero realmente sus pensamientos son similares a los de un adulto. Prácticamente todo lo que hace tiene una justificación, aunque en algunas ocasiones parezca que son ideas de una persona enloquecida. Sin embargo, Ismael siempre aparenta representar el papel de adulto y parece no entender qué quiere su hermano, pero gracias al tiempo que está con él consigue entender cómo piensa, lo que no había conseguido anteriormente y, probablemente, uno de los motivos por lo que hubo una incomunicación entre ambos.

Al principio de esta película se plantea un modelo de sociedad, en cierto modo, exclusivo, teniendo en cuenta que Héctor siempre sufre acoso de los demás adolescentes del centro por el simple hecho de no ser una persona sociable y por no gustarle lo que, por lo general, suele gustar a los jóvenes, es decir, en este modelo de sociedad no existe la capacidad de aprovechar la inteligencia ni tampoco de comprender a personas que son etiquetadas como “diferentes” por grandes cantidades de personas que parecen ser idénticamente iguales. Pero con el desarrollo de la historia también se representa un modelo de sociedad de superación, ya que a pesar de ser tan jóvenes pudieron superar una aventura en la que su abuela, un ser querido que tanto significa para ellos, está a punto de morir y en ningún momento le dejan sola; una aventura en la que ambos consiguen dejar de lado sus dolores personales para entender la situación por la que está pasando el otro y así entender sus actitudes.

Por último, los hermanos logran sentirse cercanos como cuando eran niños y cuando se tienen que despedir porque Héctor debe quedarse casi dos meses más en el centro de menores, se prometen que cuando salga a la calle se tendrán el uno al otro, como en los viejos tiempos. Esta escena demuestra definitivamente que los jóvenes han podido establecer la comunicación que necesitaban desde un principio.




Adrián Claudio Bonache

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