La Plataforma Córdoba con Palestina e
Izquierda Unida organizaron un encuentro en el Centro Social Rey Heredia que
tuvo lugar el pasado miércoles 14 de febrero. En él, Sausan Al-Khouli Marín, miembro
de la Asociación Unadikum, del Movimiento de Mujeres Palestinas Al-Karama, de
Masar Badil y de la Plataforma de Solidaridad con Palestina en Sevilla, realizó
un repaso histórico de la colonización de Palestina y expuso el recrudecimiento
de la violencia que atraviesan los civiles palestinos desde el 7 de octubre.
“El ejército israelí no mata por
error; mata por horror”. Así iniciaba un encuentro donde desde el primer
momento se señaló que la violencia sistemática contra el pueblo palestino no es
reciente, sino que comenzó a finales del siglo XIX con el movimiento sionista
internacionalista. Por ello, Sausan enfatiza en la importancia de hablar de “colonización”
y combatir la manipulación de la lógica imperante en el lenguaje de los medios
de comunicación.
Contexto histórico
La activista realizó un ligero repaso
histórico comenzando con la “traición” de Francia y Gran Bretaña con el acuerdo
Sykes-Picot, un pacto secreto entre ambas potencias ratificado en mayo de 1916
y que tenía como objetivo el reparto de Oriente Próximo una vez terminada la
Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, también evidenciaba el incumplimiento de
la promesa de facilitar la creación de una nación árabe a cambio de sublevarse
contra el imperio otomano. A ello se suma la Declaración Balfour de 1917, por
la cual se recogía la promesa británica de apoyar el establecimiento de un
hogar judío en Palestina.
Entre 1924 y 1928 llegaron más de
60.000 judíos a Palestina y las mujeres palestinas iniciaron un boicot contra
la compra de tierras por parte de los sionistas a precios “irrisorios”.
Después, entre 1936-1939 tuvo lugar la Gran Revuelta Árabe en Palestina tras
una serie de ataques entre árabes palestinos y judíos sionistas, lo que agudizó
el boicot económico con la población yishuv (judíos que habitaban en el
territorio con anterioridad a la creación del Estado de Israel).
En 1947, la Asamblea General de la ONU
aprobó la Resolución de Partición, en la cual se dividía Palestina en dos
Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío, mientras que
Jerusalén quedaría bajo un régimen internacional. Sin embargo, esta resolución
se incumplió, ya que se reconoce el Estado de Israel, pero no el palestino.
Debido a esto surgen las organizaciones clandestinas, incluidas las
organizaciones de mujeres que “han sido esenciales para combatir la
colonización”, apunta Sausan Al-Khouli.
El 14 de mayo de 1948, Israel declaró
su independencia y los países árabes vecinos le declararon la guerra, que en
Palestina fue nombrada como “Nakba” (tragedia o catástrofe). Israel
consiguió la victoria en una guerra que dejó cerca de 800.000 refugiados que
fueron empujados forzosamente hacia Cisjordania y la Franja de Gaza, así como a
otros países árabes de la región. Y aquí se encuentra uno de los principales
reclamos del pueblo palestino: el retorno. La Resolución 194 de las Naciones
Unidas reconoce el derecho al retorno para los refugiados palestinos y sus
descendientes. “Para el pueblo palestino este derecho es esencial e intachable.
No hay solución si esto no se cumple”, afirma Sausan. Sin embargo, lejos de
resolver esta cuestión, en 1967 llega la ocupación de Gaza y Cisjordania,
conocida como “Naksa” (retroceso o derrota), que provoca el
desplazamiento forzoso de más de 300.000 personas.
Situación actual del conflicto
“Existe una contundente represión por
parte de las instituciones sionistas. Ya existía antes, pero se ha ido
recrudeciendo con el tiempo. Hablamos de una represión sistemática en los
puntos de control que impiden a los palestinos ir a trabajar, al colegio, a ver
a la familia… A través del muro de la vergüenza que divide incluso las tierras
que trabajan los agricultores palestinos. Y también mediante la demolición de
viviendas y olivos para acabar con la producción de aceituna, que es
fundamental para la economía”, explica Sausan. Es por esto por lo que el olivo
se ha convertido en un símbolo de resistencia característico del pueblo
palestino.
Por otra parte, la activista señala la
“represión dialéctica”, ya que una de las estrategias se basa en la
deshumanización del pueblo palestino. “Entre la sociedad israelí lo han
conseguido completamente, pero también intentan extender esta deshumanización
por toda la sociedad occidental”, insiste Sausan. La manipulación del mensaje
en los medios de comunicación incita a esta deshumanización, principalmente con
la relación del pueblo palestino y movimientos terroristas; sin embargo, “entre
las personas encarceladas hay niños, mujeres, ancianos y personas en situación
de discapacidad que han sido arrestadas sin ningún juicio ni garantía legal”,
afirma.
La Franja de Gaza se encuentra en una
situación “pésima”, ya que vive bajo un bloqueo desde que Hamás se hizo con el
control de Gaza en 2007. No se puede hacer ningún movimiento de mercancías y su
economía depende mayoritariamente de la agricultura y la pesca, pero el ejército
israelí “ha disparado y asesinado a agricultores y pescadores que iban a
trabajar para ganarse la vida”, insta la exponente.
Respecto a las muertes, es complicado conseguir un registro exacto, pues todavía hay miles de personas que siguen desaparecidas bajo los escombros. Además, “diariamente sigue muriendo gente por la escasez de agua y alimentos”, afirma Sausan, quien también denuncia que se esté bombardeando Rafah, lugar donde el propio Estado de Israel aseguraba que podrían refugiarse los civiles desplazados. Actualmente hay 1.200.000 personas hacinadas en la ciudad.
Por último, la activista Sausan Al-Khouli recuerda que “no debemos tener ningún complejo para hablar de resistencia, porque es legítima”, y remarca que “para que haya reacciones, primero tiene que haber acciones, no peticiones, por lo que hay que ser directos con las acciones políticas y exigir el fin de todas las relaciones con Israel”.
Artículo
publicado en Lo
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