La crisis sanitaria que estamos viviendo está dando un giro que en un
principio nos parecería totalmente imposible. Creímos que esto nos uniría, pero
con el paso de los días tengo la sensación de que acabaremos en la misma
posición que teníamos hace unos meses. Nos miramos el ombligo y seguimos
creyendo que el mundo gira alrededor de uno mismo.
En este caso, las diferencias llegan de las manifestaciones antirracistas
derivadas de los abusos y brutalidad policial, por el racismo institucional.
Curiosamente, todos defienden que se exijan los derechos de la población negra,
pero nunca es buen momento. Hoy el argumento se basa en el peligro que conlleva
que una multitud de manifestantes se reúna en plena crisis sanitaria por un
posible aumento de contagios de coronavirus.
Me explican lo que sucedería si existiese este aumento de contagios, como
si no supiera lo que ha sucedido en estos últimos tres meses. Me hablan de las
condiciones laborales, físicas y mentales de nuestros sanitarios, como si yo no
las supiese. Durante todo este tiempo he cumplido las normas sanitarias y he
intentado concienciar a muchas personas de mi entorno sobre la gravedad de la
situación que vivimos y he intentado denunciar la precariedad laboral de los
sanitarios, pero ahora no me valen argumentos individualistas.
La población negra ha sufrido opresión y discriminación durante siglos y en
el ámbito político no han estado a la altura ni siquiera para tratar a los
discriminados como personas. Igual que la sociedad tampoco se ha involucrado en
la lucha antirracista. Ahora que parece que “ha prendido la llama” con las
protestas, estamos en la obligación de mantenerla encendida. Criminalizando
estas protestas lo único que lograremos en retroceder y hacer caso omiso a una
problemática tan presente como el racismo institucional.
Estas protestas surgen, no se planifican, no se les establece una fecha,
simplemente son fruto de un estallido social para pedir justicia. ¿Por qué la
“izquierda” hoy da la espalda a las protestas contra el racismo? Porque saben
que pueden correr el peligro de contagiarse con un aumento de contagios, al
igual que saben que ellos no sufrirán ningún tipo de opresión o discriminación
por su color de piel.
Durante el confinamiento, la población negra ha sido asesinada, ha sufrido
la brutalidad policial simplemente por su color de piel, ha sido esclavizada en
trabajos con condiciones infrahumanas, se ha ahogado en el Mediterráneo. No
hace falta que nos vayamos a Estados Unidos para apreciar el racismo
institucional. En Europa también lo podemos apreciar; en España, con un PSOE
que amenazó al Open Arms con multas de hasta 901.000 euros o las denuncias de
la ONU por violar los derechos humanos de las temporeras de la fresa durante la
pandemia, también lo podemos apreciar. Incluso en tu calle o en tu bloque lo
puedes percibir.
Menores extranjeros utilizados para el discurso de odio de partidos
racistas como Vox o Partido Popular. Y solo son unos pocos ejemplos del racismo
por el que se han realizado manifestaciones.
¿Creéis que no son suficientes motivos para alzar la voz ya? El argumento
de la pandemia solo es una excusa más para no hacer frente a esta problemática.
Después de todos estos meses todos somos conscientes de lo que estamos viviendo
y conocemos el riesgo que supone una manifestación. Pero no aceptaré ataques
hacia una lucha por algo que considero injusto, estemos en mitad de una
pandemia o al final de ella. Hemos visto bares abiertos y hemos callado. Hemos
visto cómo nuestros políticos planifican el turismo veraniego y hemos callado.
Hemos visto cómo se enviaba a más de 4 millones de personas a trabajar antes de
que el Ministerio de Consumo interviniese en el abusivo precio de las mascarillas
y gel desinfectante y hemos callado. Hemos visto cómo la gente se toma unas
cañas en el bar y los niños no pueden entrar al parque y hemos callado. El
problema de un aumento de contagios no se reduce en unas manifestaciones, sino
en la reanudación de la economía, que desde el primer momento ha primado sobre
la salud pública. Así que no habléis de individualismo cuando se llenen las
calles por una causa justa y calléis cuando, por ejemplo, Andalucía se coloca a
la cabeza de reservas tras anunciar que habrá turismo este verano.
No seré yo el que dé la espalda a un grupo social oprimido. Muchos
“demócratas” y “antifascistas” expresan su temor a enfermar y contagiar a sus
familias. ¿Acaso los que se adentran el Mediterráneo no tienen familia? ¿Acaso
las temporeras de la fresa no tienen familia? ¿Acaso todos los asesinados a
manos de la policía, simplemente por ser negros, no tienen familia? No digáis
que no es momento cuando se están violando sus derechos; mientras muchas
personas duermen debajo de un plástico, sin agua potable y siendo esclavizada
en el campo; mientras un padre y una madre entierran a su hijo asesinado por
las fuerzas represivas o cuando un niño sube a una patera, dejando a su familia
en tierra y sin saber si llegará a pisar las costas europeas.
Me han atacado por defender que cualquier momento es válido para gritar
contra todo eso, me han intentado amedrentar criticando mi futuro laboral, por
mi edad, intentando darme lecciones a golpe de desprecio. Desde aquí recuerdo
que no escribo para hacer amigos ni para que me den palmaditas en la espalda.
Escribo para aportar mi granito de arena y denunciar lo que creo injusto y para
apoyar a los que están indefensos y son constantemente atacados. No me importa
si no me queréis leer. No me importa si os parezco una rata despreciable por
apoyar las protestas a favor de un grupo social oprimido. Nunca he buscado la
aprobación social ni me lo estableceré jamás como un objetivo. No estoy aquí
por los seguidores, ni para que me den la enhorabuena por no cuestionar lo que
creo que es imprescindible. Si me deseáis un mal futuro por lo que hago,
supongo que debo seguir así y no achantarme ante las oleadas de puristas que he
atraído. La poca voz que tengo nadie me la arrebatará.
Algo que me parece impropio de un demócrata y antifascista es que considere
a una persona “radical” por defender los derechos de la población negra en
cualquier circunstancia. Si ves radicalismo en eso, quizá deberías plantearte
cuál es tu verdadera ideología y a quién sirves, porque probablemente no seas
más que el conejillo de Indias de los que no tienen la intención de cambiar
nada y tú te mueves por las redes como un verdadero revolucionario. Y es que
ese afán de revolución no hace más que dispersarse con todas las gilipolleces
que se publican en Twitter cada día.
Empecemos a apoyar todas estas luchas que quedan por venir, todas las
manifestaciones contra el racismo que han llegado y espero que se prolonguen, y
dejemos de parecernos tanto a esa derecha rancia abiertamente racista. Porque
para criticar todos tenemos boca, y más si es uno mismo el que se ve
perjudicado, pero cuando la vida que corre peligro es la de la temporera que
trabaja en las fresas y duerme bajo un plástico, parece que no os importa
tanto. Poco a poco sois más individualistas, cada vez vuestras ideas encajan
mejor con lo de “vidas de primera y vidas de segunda” y no os dais cuenta.
Existen motivos suficientes para manifestarse. Ojalá que cuando volvamos a la nueva “normalidad” permanezca ese necesario
enfado, esa necesaria crispación y ese necesario objetivo de llenar las calles
para conseguir verdaderos cambios, que es la única manera de cambiar un
panorama político lleno de injusticias. Veremos los que están. Hasta entonces
que abran la boca, suelten la bilis, difamen y sigan cayendo caretas.
Adrián Claudio Bonache (@otroadri)
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