Johan
Galtung, uno de los fundadores de los estudios modernos sobre la paz | Fuente:
nuevatribuna
Johan Galtung es uno de los investigadores
más relevantes en el campo de las Ciencias Sociales, ya que ha dedicado la
mayor parte de sus esfuerzos en estudiar la paz y el desarrollo. Actualmente,
algunos de sus postulados han quedado desfasados por no haber obtenido un
cumplimiento en la práctica, aunque han servido de inspiración a las políticas
de paz, seguridad y defensa; otros siguen vigentes incluso en la mesa de
negociaciones y acuerdos de paz.
En primer lugar, el autor destaca
que la paz solo puede lograrse a través de medios pacíficos, pues se debe
fomentar la cultura de la no-violencia e impedir el refuerzo de la cultura
bélica. En sentido contrario, solo se obtendría una espiral de violencia que
dificultaría cualquier intento de mediación para acabar con la violencia
directa.
Por otra parte, señala la importancia de las ideologías en el momento de buscar soluciones a los conflictos, es decir, las ideologías tienen la función de alcanzar el correcto desarrollo de las actividades individuales y sociales. Sin embargo, algunas ideologías tienen una gran complejidad a la hora de llevarlas a la práctica, por lo que pueden terminar desapareciendo al centrarse en un problema muy concreto o no ser capaces de aportar una solución a un problema. De cualquier modo, la mayoría de ellas tiene un carácter de permanencia y sirven como fuente de inspiración para otras ideologías, ya que siempre son sometidas a crítica. Las Ciencias Sociales también buscan soluciones a los problemas sociales, y del mismo modo que las ideologías, las tesis científicas también son sometidas a crítica para ser refutadas.
Resolución de conflictos
Galtung sostiene que para llegar a la paz por medios pacíficos es fundamental indagar en la cultura y en la estructura social, debido a que suelen ser los orígenes de los conflictos. Hay diferentes tipos de violencia: la violencia directa, la cual representa todo tipo de violencia visible (destrucción, muerte o movimientos de refugiados); violencia indirecta, que representa todo aquello que no es visible pero que, a largo plazo, puede ser incluso más importante que la violencia directa (odio, traumas o deseo de venganza); violencia estructural, provocada por la injusticia y la desigualdad como consecuencia de la estructura social, y la violencia cultural, que a través de la religión, la ideología, el lenguaje, el arte y las ciencias, se legitima tanto la violencia directa como la estructural.
De cualquier modo, el autor
manifiesta que un conflicto no está unido necesariamente a la violencia. De
hecho, cree que ésta es la consecuencia del fracaso cultural y humano. Por
ello, ha centrado grandes esfuerzos en determinar el ciclo de vida de los conflictos
con el fin de sentar las bases de actuación para frenar la violencia en
cualquier etapa de su desarrollo.
Además, algunas de sus aportaciones cortan de raíz el pensamiento simplista sobre numerosas cuestiones presentes en el conflicto. Por ejemplo, destaca la complejidad de restaurar la paz una vez llegado al alto el fuego, ya que los efectos de la violencia son totalmente recientes y visibles. Debido a ello, es difícil trabajar por la reconstrucción (curar las heridas), reconciliación (deshacer el metaconflicto) y la resolución (crear de las condiciones necesarias para solventar el conflicto original). Según Galtung, es un error comenzar por el último paso, pues se hace más complejo llegar a un acuerdo entre las partes del conflicto, pero insiste en la necesidad de avanzar progresivamente en todos y cada uno de ellos para evitar que la memoria colectiva olvide las atrocidades del estallido y se vuelva a una espiral de violencia cíclica.
En la misma línea, el investigador menciona la “reconfiguración de la estructura de paz” y la “reculturalización de paz”. En el primer caso señala el peso de convocar unas elecciones democráticas y así tener la opción de llegar a un conflicto no violento. Para ello, se necesitan nuevas instituciones que caminen hacia la consecución de medios pacíficos y la eliminación de aquellas viejas instituciones que no han dado resultados en esta dirección. En el segundo caso, al hablar de “reconfiguración de paz” se centra en el estudio de las culturas como posible origen de los conflictos, y en caso de que así sea, trabajar por una cultura contra la violencia a través de la educación.
Caminos alternativos hacia la paz
Para vivir pacíficamente, según
Galtung, es primordial basar los sistemas en “defensa defensiva”, es decir,
tener un sistema militar encargado exclusivamente de defender al propio Estado.
No obstante, para conseguir esto es necesario realizar cambios en otros
aspectos como, por ejemplo, el armamento. Muchas veces se repite la opción de
desarmar a las partes del conflicto violento para conseguir la paz, pero esto
es imposible e innecesario según Galtung, ya que un desarme ha de ser equilibrado,
aunque no se suele tener en cuenta el carácter de invulnerabilidad de una de
las partes; mutuo, a pesar de que en la práctica dificulta un acuerdo
entre las partes y puede dar lugar a una carrera armamentística, y controlado,
aun siendo imposible ejercer un control del desarme total sin la creación de
una organización supranacional que impidiese el rearme.
De cualquier modo, Galtung defiende que el desarme es innecesario, ya que la solución es posible a través de la “defensa defensiva” y de la transformación de las armas ofensivas, tanto convencionales como de destrucción masiva, en armas defensivas. De esta forma, se muestra la voluntad de no atacar a otro Estado y, al mismo tiempo, de estar preparado a su derecho a defenderse si fuese necesario.
Por otra parte, el investigador advierte de que el equilibrio de fuerzas (o más bien de poder), no garantiza la erradicación de las guerras. A veces, algunos Estados han atacado a su adversario siendo conscientes de su mayor poderío bélico. Para entender los motivos debemos tener presentes otros factores como el odio y el deseo de venganza, los apoyos externos en el escenario geopolítico internacional o la imagen de una de las partes en el exterior, es decir, el apoyo popular hacia una causa concreta. Además, las partes más vulnerables siempre buscan demostrar que los adversarios más poderosos no son invulnerables.
Finalmente, el investigador
propone algunas alternativas de seguridad: el transarmamento, que es el
dispositivo por el cual se debe implantar el sistema de “defensa defensiva”; el
no-alineamiento, evitando perder la soberanía de los Estados al formar
parte de una alianza dirigida por una superpotencia; la fortaleza interna,
erradicando la división y polarización social de un Estado con el fin de conseguir
la plena independencia tanto en los bienes como en los servicios del mismo, y
por último, la utilidad para el exterior, cooperando con otros Estados y
aumentando la confianza y seguridad con ellos.
Artículo publicado en Lo
Que Somos.
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